Luis Cabañas: “La Nutrición será la próxima revolución en Oncología” | Pharma Market
Luis Cabañas: “La Nutrición será la próxima revolución en Oncología” | Pharma Market

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El 24 de septiembre fue el Día Mundial de la Investigación en el campo de la oncohematología; se habló de una cifra redonda -a la que además que nos hemos acostumbrado desde el 13 de marzo de 2020-, un 70%. En este caso no se hablaba de inmunidad de rebaño, sino de supervivencia global del cáncer.

Desde el CODiNuCoVa nos gustaría recordar que no habrá otra mejora sustancial en la supervivencia global del cáncer hasta que se avance en la terapia dietético-nutricional. Y no hablo de dar más calabacines o menos garbanzos, sino de aprovechar el conocimiento acumulado por décadas de evidencia, para mejorar la calidad de vida y prevenir sarcopenia, caquexia o mortalidad derivada de una desnutrición. Tenemos las herramientas, faltan las voluntades.

“Desde 2008, conocemos que el ambiente influye en la aparición del 90-95% de los tumores”.

El gas mostaza (1917) dio lugar al uso de la mustina en linfoma (1943-1946) y desde entonces se han dado verdaderas revoluciones en el último siglo; de las terapias combinadas (en la década de los años 60), hasta el trasplante de médula ósea (que llegaría a España en 1976, y en enero de 2020 llegaría al nivel de las terapias CAR-T). En 100 años lo que era incurable, hoy lo es un poco menos: se ha curado lo que no se podía, se ha aumentado en muchos dígitos la detección y existen métodos nuevos que optan por evitar soluciones radicales (como la cirugía cada vez más localizada en cáncer de mama o las cirugías por laparoscopia en colorrectal). Sin embargo, a pesar de que la oncohematología es un campo en auge vive un momento particularmente difícil tras el parón que ha supuesto para el diagnóstico y tratamiento temprano la pandemia de la COVID-19.

Cabe recordar que, en 2012, 500.000 casos de cáncer se atribuyeron a la obesidad y al sobrepeso[1]; desde 2008, conocemos que el ambiente influye en la aparición del 90-95% de los tumores, siendo la obesidad una causante importante en un 10-20%, y la alimentación (la mala alimentación) en un 30-35%; más que el tabaco (25-30%)[2]. La adhesión a unas pautas de alimentación saludable podría suponer una reducción en la aparición de prácticamente todos los tipos de tumor, especialmente colorrectal, gástrico, mama, endometrio, pulmón, esófago, hígado y cuello[3]. Sin embargo, no evitamos que esto ocurra: no existe un plan integral de mejora de la alimentación con este fin.

“Como dijo el doctor Arvid Wretlind, la desnutrición en los pueblos es signo de pobreza, y en los hospitales signo de ignorancia”.

Por otra parte, durante el tratamiento, según datos de la SEOM sobre el estado nutricional (2015 – 2019): entre un 15 y un 40% de pacientes con cáncer padecen desnutrición al diagnóstico; pasa a ser hasta un 80% en enfermedad avanzada; y el 20% de las muertes, se asocian a la desnutrición[4].

Como dijo el doctor Arvid Wretlind, la desnutrición en los pueblos es signo de pobreza, y en los hospitales signo de ignorancia. Porque la desnutrición es prevenible, y aunque existen las herramientas, de nuevo falta la voluntad. En concreto, falta la voluntad de incluir Dietistas-Nutricionistas en la Sanidad Pública, que puedan abordar a aquellos pacientes a su ingreso, para prevenir precisamente esta desnutrición. Prevenir, detectar y adelantarse a la desnutrición sería una gran revolución que ampliaría la supervivencia global del cáncer.

Por último, cabe recordar que la malnutrición afecta sobre el éxito terapéutico: mayor fatiga, peor calidad de vida, más efectos post-quirúrgicos, aumento de la toxicidad inducida por tratamiento quimioterapéutico o mucosa gastrointestinal más vulnerable en el tratamiento radioterapéutico,… son sólo algunas cuestiones que suman como problemas a los que se enfrentan aquellos pacientes que, siendo atendidos por equipos de oncología o hematología excelentes en los mejores hospitales, aún no pueden ser atendidas/os con una perspectiva pluridisciplinar: no contar con Dietistas-Nutricionistas sólo adolece la atención y fortalece las dudas de aquellas personas que las tengan, vilipendiando progresivamente una calidad de vida fisiológica que quizá no podrá recuperarse.

“Los costes económicos en personas con riesgo de desnutrición suponen un incremento de 1.944€ respecto a aquellas personas sin riesgo”.

Mantener un buen estado nutricional durante el tratamiento, sería garantía de una mejor calidad de vida. Adelantarse a un deterioro, podría garantizar un éxito terapéutico. Y esto, sin hablar de síntomas del tratamiento, donde cada recomendación podría suponer una disminución del riesgo de empeoramiento.

Y si los y las dirigentes políticos no lo hacen por la población afectada, ya sea porque la enfermedad afecta directamente por ser pacientes o indirectamente por ser familiares de pacientes, que lo hagan porque los costes económicos en personas con riesgo de desnutrición suponen un incremento de 1.944€ respecto a aquellas personas sin riesgo[5], y mayor estancia hospitalaria (de media, 3,5 días más)[6], siendo la terapia dietético-nutricional promovida por Dietistas-Nutricionistas segura, eficaz y costo-efectiva.

 

Artigo da Revista Pharma Market

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